La creciente demanda mundial de servicios en la nube, inteligencia artificial (IA) y análisis en tiempo real ha colocado a la flota global de centros de datos en el centro del debate sobre la crisis climática. A medida que los reguladores endurecen las normas de divulgación y los inversores favorecen los centros de datos sostenibles, los propietarios y operadores necesitan comprender de manera integral el impacto ambiental total de los centros de datos para orientar sus decisiones. Hoy en día, la inspección y el monitoreo ambiental orientados a minimizar los impactos ambientales y sociales de los centros de datos no son solo una cuestión de cumplimiento normativo, sino que son fundamentales para la viabilidad y el éxito financiero a largo plazo de cualquier proyecto.
Este primer artículo aborda el problema, centrándose en tres preguntas clave que suelen surgir al planificar o ampliar infraestructura digital crítica: qué variables ambientales son más críticas durante las operaciones diarias, cuáles son los principales impactos ambientales a lo largo de las fases de diseño y construcción de los centros de datos, y cuáles son los beneficios y riesgos ambientales de las arquitecturas no convencionales, como las instalaciones submarinas, perimetrales (edge) y modulares.
Los centros de datos convierten la electricidad en trabajo computacional y calor, por lo que los impactos operativos están dominados por el consumo de electricidad y de agua.
Los servidores acelerados por IA pueden consumir entre cuatro y cinco veces más energía que las máquinas x86 tradicionales, lo que aumenta la demanda sobre los sistemas de refrigeración (MIT News, 2025). Por ello, los debates sobre centros de datos y crisis climática se centran en este crecimiento operativo. La Unión Europea ya los considera “instalaciones de alta intensidad energética” sujetas a calificaciones obligatorias de sostenibilidad (Comisión Europea, 2024). Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), el sector consumió aproximadamente 460 TWh de electricidad en 2022 —casi el 2 % de la demanda global— y podría duplicarse para 2026 si continúan las tendencias actuales de la IA (AIE, 2024, 2025).
Más allá de la energía, las directrices del PNUMA identifican cuatro aspectos adicionales: agua, refrigerantes, residuos sólidos y uso del suelo (PNUMA, 2025). El Banco Mundial considera factores sociales, como el ruido en las comunidades y la presión sobre las redes municipales, al evaluar el impacto ecológico de los centros de datos (Banco Mundial, 2024). En conjunto, estas dimensiones configuran el perfil de sostenibilidad de un centro de datos y determinan su exposición al cumplimiento normativo.
Los operadores suelen centrarse en el seguimiento de las cuatro variables de alto impacto que influyen directamente en los costos de servicios públicos, el cumplimiento normativo y la reputación de marca: energía, agua, refrigerantes y residuos electrónicos (e-waste).
El FMI advierte que las cargas de trabajo de IA generativa emergente podrían añadir hasta 85 TWh de demanda adicional para 2030, destacando el impacto ambiental de los centros de datos de IA (FMI, 2025). La eficacia en el uso de la energía (PUE, Power Usage Effectiveness) sigue siendo el principal indicador de eficiencia energética del centro de datos. El Departamento de Energía de EE. UU. (DOE) informa que las instalaciones que adoptan contención de pasillos calientes, sistemas de alimentación ininterrumpida de alta eficiencia y refrigeración líquida pueden reducir el PUE del promedio global de 1.58 a menos de 1.2 (DOE, 2024). Sin embargo, el PUE por sí solo no refleja la huella de carbono: un sitio que funcione con energía de carbón puede tener un PUE aceptable pero alta intensidad de carbono; de ahí el valor adicional de monitorear también la eficacia en el uso de carbono (CUE, Carbon Usage Effectiveness).
Las instalaciones hiperescalables pueden consumir entre 20 y 26 millones de litros de agua al año para refrigeración evaporativa (Financial Times, 2025). En regiones afectadas por sequías, el uso de agua de los centros de datos ya ha retrasado proyectos en la nube, convirtiéndose en una restricción tan importante como el suministro eléctrico.
Los refrigerantes heredados a menudo utilizan hidrofluorocarbonos (HFC) con un potencial de calentamiento global miles de veces superior al del CO₂. La guía del DOE recomienda el uso de refrigerantes que no agoten la capa de ozono y la implementación de programas de detección de fugas para reducir las emisiones fugitivas (DOE, 2024).
Los ciclos de renovación de servidores de tres a cinco años generan flujos considerables de placas de circuito impreso y baterías de ion-litio. Investigadores de Harvard estiman que los residuos electrónicos ya representan hasta el 20 % de las emisiones del ciclo de vida de una instalación cuando se incluyen las categorías de Alcance 3 (Harvard SEAS, 2024).
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Variable |
Por qué importa |
Indicador típico (KPI) |
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Consumo de electricidad |
Principal impulsor del costo energético y emisiones de CO₂ |
PUE, CUE |
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Extracción y descarga de agua |
Riesgo de escasez y permisos locales |
WUE (Water Usage Effectiveness) |
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Refrigerantes de enfriamiento |
Alto potencial de calentamiento si hay fugas |
Tasa anual de fugas (%) |
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Residuos peligrosos y electrónicos |
Multas regulatorias, metas de economía circular |
kg de residuos electrónicos por MW de carga TI |
*KPIs referenciados en el esquema de calificación de la UE y la guía del DOE.
Los tableros de control en tiempo real que combinan estas métricas permiten a los operadores detectar anomalías y reportar conforme al próximo régimen de divulgación de la UE (Comisión Europea, 2024). El costo ambiental de la nube se evalúa cada vez más mediante estos datos, creando un incentivo competitivo para la transparencia.
La selección del sitio determina la intensidad de carbono de la red eléctrica, la disponibilidad de agua y el potencial para acuerdos de compra de energía renovable (PPA). Acuerdos recientes, como el PPA hidroeléctrico de Google por 3.000 millones de USD en Canadá, ilustran cómo la estrategia de ubicación puede compensar las emisiones operativas (Financial Times, 2025). Diseñar con modularidad y reutilización de equipos puede reducir el carbono incorporado incluso antes de instalar el primer rack, una tendencia destacada en la encuesta del Uptime Institute (2024).
El hormigón y el acero representan la mayor parte de las emisiones incorporadas durante la construcción. El Banco Mundial estima que esta fase puede representar hasta el 45 % de las emisiones de CO₂ del ciclo de vida de un centro de datos en regiones con redes de baja huella de carbono (Banco Mundial, 2024). Los centros más grandes amplifican estos impactos, pero también permiten economías de escala para energías renovables in situ y sistemas de recuperación de calor.
Las instalaciones nuevas suelen tener menor PUE y WUE, pero su huella absoluta puede superar la de sitios heredados más pequeños debido a una mayor carga total de TI. En general, el análisis de ciclo de vida muestra una curva en forma de U: los sitios perimetrales pequeños tienen impactos incorporados modestos pero menor eficiencia; los hiperescalables tienen grandes impactos de construcción compensados por alta eficiencia; y las instalaciones corporativas medianas suelen salir peor paradas en ambos aspectos (AIE, 2024).
Proyectos piloto en Europa del Norte y Asia colocan cápsulas selladas de servidores en el lecho marino, utilizando la convección natural para disipar el calor. Los beneficios incluyen refrigeración casi gratuita y proximidad a los usuarios costeros, lo que reduce la latencia. Las pruebas iniciales reportaron PUE inferiores a 1.1 y uso nulo de agua dulce (Uptime Institute, 2024). No obstante, existen riesgos de corrosión, bioincrustación y efectos inciertos en los ecosistemas marinos, advertidos por las directrices precautorias del PNUMA (2025). La recuperación del hardware para su reemplazo también podría aumentar las emisiones incorporadas.
Los módulos prefabricados permiten un despliegue rápido cerca de los usuarios finales, reduciendo el tráfico de red troncal y el costo ambiental de la nube. Sin embargo, cientos de sitios pequeños pueden consumir más energía en conjunto que un solo campus hiperescalable si carecen de una gestión avanzada del flujo de aire. El DOE señala que los sitios perimetrales en contenedor rara vez logran PUE inferiores a 1.4 sin refrigeración líquida (DOE, 2024).
Estos modelos emergentes ofrecen vías hacia centros de datos más sostenibles, pero también añaden complejidad a los informes corporativos de sostenibilidad.
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Arquitectura |
Ventaja de refrigeración |
Riesgo ambiental |
Aplicación adecuada |
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Submarina |
Refrigeración casi gratuita, sin agua dulce |
Alteración del hábitat marino, emisiones por mantenimiento |
Cargas sensibles a latencia cerca de costas |
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Perimetral/modular |
Reducción del consumo energético de red |
Menor eficiencia, huella dispersa |
IoT, 5G, AR/VR |
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Hiperescalable |
Máxima eficiencia, PPAs renovables |
Alta demanda de suelo y red eléctrica |
Nube y entrenamiento de IA |
Perspectiva comparativa
La narrativa ambiental de la economía digital ya no se limita a las salas de servidores; abarca cadenas de suministro globales, cuencas locales y la atmósfera superior. Energía, agua, refrigerantes y residuos electrónicos definen el pulso operativo de cualquier instalación, mientras que la ubicación y la construcción fijan impactos por décadas. Las arquitecturas no convencionales —desde cápsulas submarinas hasta módulos perimetrales— prometen ganancias de eficiencia, pero introducen nuevas incertidumbres ecológicas.
Para las empresas que buscan cuantificar y gestionar estos riesgos, Applus+ ofrece un conjunto integrado de servicios de evaluación ambiental, estudios de impacto ambiental y social, monitoreo ambiental, inspecciones ambientales y, en última instancia, minimización del impacto ambiental adaptados a la realidad de los centros de datos.
En el próximo artículo, exploraremos cómo se puede monitorear y mitigar eficazmente el impacto ambiental de un centro de datos, transformando la información en acciones concretas.
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